de aquello que alimenta más la enfermedad,
nutriéndose de aquello que hace durar el mal,
para satisfacer el incierto, enfermizo apetito.
Mi razón -este médico del amor, indignado
de que sus prescripciones no se cumplan-
me ha dejado, y yo sin esperanza afirmo ahora:
el deseo es un morir que desdeñó la ciencia.
No tengo cura, ahora que perdí la razón
con inquietud perpetua, furiosamente loca;
mis pensamientos y discurso son propios de un demente,
sin verdad, divagantes, neciamente expresados;
porque creí en tu belleza y te pensé brillante,
a ti, negra, como el infierno; como la noche, oscura.
.
William Shakespeare
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