sábado, 14 de febrero de 2009

CPU o curso preuniversitario .

Ayer terminé la bendita semana de cursada en el Iuna. Por fin y gracias. Ahora me doy cuenta de que no estaba del todo preparada emocionalmente como para afrontar esto, ayer a la noche tarde recién me reponía de toda la tensión que había puesto en el asunto. Sin embargo, a pesar de lo tedioso de la situación, creo que fue una buena experiencia, rica en algún punto, y estoy contenta de haberla vivido.

Llegué a la clase y me encontré con unos cuantos compañeros que, viniendo de distintos lugares y habiendo tenido diferentes tipos de formación, tenían un objetivo común: ser actores. Y no es poca cosa. Digo, en cualquier ingreso uno se siente tensionado, nervioso, porque sabe que está siendo evaluado, y cualquier ingreso fomenta la competencia, precisamente por el hecho de que unos entran y otros no. Pero encontrarse con un grupo de gente que quiere actuar, es de lo más "bizarro" que viví. Como dice mi tía Vale, es posible que uno ahí adentro se de cuenta de que "no está sólo en el mundo". En fin. Yo me imaginaba: si se eligen 20 personas al azar, se las junta para formar un grupo, y se les tira una consigna (del tipo de las que pueden aparecer en una clase de teatro), seguramente algunos la respetarían sin problemas, otros más tímidamente, y otros ni siquiera lo intentarían, por verguenza o por falta de ganas. Y ahí está el punto: la gente que aspira a estudiar teatro en el Iuna tiene una energía muy particular (sobre todo porque la gran mayoría son personas jóvenes), es gente que está dispuesta a ponerse un mono en la cabeza y salir a escena (no por esto quiero decir que el teatro es simplemente disfrazarse, fingir, pero justamente creo que tiene un lado muy lúdico que no muchos están dispuestos a revolver). Esto es lo lindo del ingreso al Iuna, encontrarse con este tipo de gente, que se anima y que lo hace de una menera totalmente distinta a la tuya y a vez totalmente distinta a la manera de todos. El arte (en este caso particularmente el teatro) es de lo más genuino que existe.

Y sí, estuve tensionada esta semana, hacía las cosas nerviosa, lógicamente, porque sabía que me estaban evaluando en cada momento. Pero ahora que estoy más tranquila me di cuenta de que no se acaba la vida en un ingreso. Estaría bueno entrar, sí, seguir conociendo lo que es esta institución (que por más mala fama que tenga últimamente, no deja de ser LA facultad de teatro), seguir conociendo gente del ambiente, pero no acaba acá, hay más gente en otro lado, que tiene las mismas o más ganas de actuar. La decisión está afuera y uno no debe frustrarse por esto (más de lo necesario), la vida sigue y cada cual va a seguir haciendo lo que le gusta, pese a los resultados. Porque el actor está adentro, no afuera. Y como dijo el grande de Casero (parafraseando creo que a San Martín): Serás lo que QUIERAS ser o no serás nada.

Brindo por todos los que compartimos esta situación y esperamos ansiosos que llegue el miércoles. Salúd, y a actuar, que el mundo continúa...

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1 comentario:

MatiAsF dijo...

Asique en el IUNA? y que vas a estudiar?